Comentario
PRÓLOGO A LOS LIBROS SIGUIENTES
Habiendo tratado lo que a la historia natural de Indias pertenece, en lo que resta se tratará de la historia moral, esto es, de las costumbres y hechos de los indios. Porque después del cielo y temple, y sitio y cualidades del Nuevo Orbe, y de los elementos y mixtos, quiero decir de sus metales, y plantas y animales, de que en los cuatro libros precedentes se ha dicho lo que se ha ofrecido; la razón dicta seguirse el tratar de los hombres que habitan el Nuevo Orbe. Así que en los libros siguientes se dirá de ellos lo que pareciere digno de relación, y porque el intento de esta historia no es sólo dar noticia de lo que en Indias pasa, sino enderezar esa noticia al fruto que se puede sacar del conocimiento de tales cosas, que es ayudar aquellas gentes para su salvación, y glorificar al Creador y Redentor, que los sacó de las tinieblas oscurísimas de su infidelidad, y les comunicó la admirable lumbre de su Evangelio; por tanto, primero se dirá lo que toca a su religión, o superstición y ritos, e idolatrías y sacrificios, en este libro siguiente, y después, de lo que toca a su pulicia, y gobierno y leyes, y costumbre y hechos. Y porque en la nación Mexicana se ha conservado memoria de sus principios y sucesión, y guerras y otras cosas dignas de referirse, fuera de lo común que se trata en el libro sexto, se hará propria y especial relación en el libro séptimo, hasta mostrar la disposición y prenuncios que estas gentes tuvieron del nuevo reino de Cristo, nuestro Dios, que había de extenderse a aquellas tierras, y sojuzgarlas, así como lo ha hecho en todo el resto del mundo. Que cierto es cosa digna de gran consideración ver en qué modo ordenó la Divina Providencia que la luz de su palabra hallase entrada en los últimos términos de la tierra. No es de mi propósito escribir ahora lo que españoles hicieron en aquellas partes, que de eso hay hartos libros escritos; ni tampoco lo que siervos del Señor han trabajado y fructificado, porque eso requiere otra nueva diligencia; sólo me contentaré con poner esta historia o relación a las puertas del Evangelio, pues toda ella va encaminada a servir de noticia en lo natural y moral de Indias, para que lo espiritual y cristiano se plante y acreciente, como está largamente explicado en los libros que escribimos: De procuranda Indorum salute. Si alguno se maravillare de algunos ritos y costumbres de indios, y los despreciare por insipientes y necios, o los detestare por inhumanos y diabólicos, mire que en los griegos y romanos que mandaron el mundo, se hallan o los mismos u otros semejantes, y a veces peores, como podrá entender fácilmente no sólo de nuestros autores, Eusebio Caesariense, Clemente Alejandrino, Teodoreto Cyrense y otros, sino también de los mimos suyos, como son Plinio, Dionisio Halicarnaseo, Plutarco. Porque siendo el maestro de toda la infidelidad el príncipe de las tinieblas, no es cosa nueva hallar en los infieles, crueldades, inmundicias, disparates y locuras proprias de tal enseñanza y escuela; bien que en el valor y saber natural excedieron mucho los antiguos gentiles a estos del Nuevo Orbe, aunque también se toparon en éstos, cosas dignas de memoria; pero en fin, lo más es como de gentes bárbaras que fuera de la luz sobrenatural, les faltó también la filosofía y doctrina natural.